«La
verdadera explicación de la disfunción de Israel es el populismo y
no una supuesta inmoralidad. Durante muchos años, Israel ha estado
gobernado por un hombre fuerte populista, Benjamín Netanyahu, que
es un genio de las relaciones públicas, pero un primer ministro
incompetente. En repetidas ocasiones ha primado sus intereses
personales por encima del interés nacional y ha forjado su carrera
dividiendo a la nación contra sí misma»
LOS israelíes estamos tratando de entender lo que acaba de golpearnos. Al principio comparamos el desastre actual con la guerra de Yom Kippur en 1973. Hace 50 años, los ejércitos de Egipto y Siria lanzaron un ataque por sorpresa e infligieron a Israel una serie de derrotas militares, antes de que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se reagruparan, recuperaran la iniciativa y revirtieran la situación. Pero a medida que surgían más y más historias e imágenes horribles sobre la masacre de comunidades enteras, nos damos cuenta de que lo que ha sucedido no se parece en nada a la guerra de Yom Kippur. En los periódicos, en las redes sociales y en las reuniones familiares, la gente hace comparaciones con las horas más oscuras del pueblo judío, como cuando las unidades asesinas móviles de los Einsatzgruppen nazis rodearon y asesinaron a aldeanos judíos durante el Holocausto, y cuando se emprendieron pogromos contra los judíos en el Imperio ruso.
A mí me toca de cerca, porque tengo familiares y amigos en los ‘kibutz’ de Be’eri y Kfar Aza, y he oído muchas historias espeluznantes. Hamás mantuvo el control total de estas dos comunidades durante horas. Los terroristas fueron de casa en casa, asesinando sistemáticamente a familias, matando a padres delante de sus hijos y capturando rehenes, incluso bebés y abuelas. Los supervivientes, aterrorizados, se encerraron en armarios y sótanos, pidiendo ayuda al Ejército y a la Policía, una ayuda que no llegó hasta que, en la mayoría de los casos, fue demasiado tarde.
Mi tío de 99 años y su mujer de 89 son miembros de Be’eri. El contacto con ellos se interrumpió poco después de que Hamás asaltara el ‘kibutz’. Permanecieron escondidos en su casa durante horas mientras decenas de terroristas se dedicaban a arrasar y a masacrar. Me enteré de que han sobrevivido. Pero conozco a mucha gente que acaba de recibir la peor noticia de su vida. Mis tíos son dos judíos tenaces: nacieron en Europa del Este en el periodo de entreguerras y ya perdieron un mundo en el Holocausto. Nos criamos con historias de judíos indefensos que se escondían de los nazis en armarios y sótanos, sin que nadie acudiera en su ayuda. El Estado de Israel se fundó para garantizar que esto no volviera a ocurrir. Entonces, ¿cómo es que ha ocurrido?, ¿cómo es que el Estado de Israel acabó desaparecido en combate?
Por un lado, los israelíes estamos pagando el precio de años de arrogancia, durante los cuales nuestros gobiernos y muchos israelíes de a pie creímos que éramos mucho más fuertes que los palestinos, que podíamos sencillamente hacer caso omiso de ellos. Hay muchos motivos para criticar la forma en que Israel ha abandonado el intento de hacer la paz con los palestinos y ha mantenido durante décadas a millones de ellos sometidos a la ocupación. Pero esto no justifica las atrocidades cometidas por Hamás, que en cualquier caso nunca ha contemplado la posibilidad de firmar un tratado de paz con Israel y ha hecho todo cuanto ha estado en su mano para sabotear el proceso de paz de Oslo. Cualquiera que desee la paz debe condenar y apoyar las sanciones a Hamás y exigir la liberación inmediata de todos los rehenes y el desarme completo de la organización. Es más, independientemente de cuánta culpa atribuyamos a Israel, esto no explica la impotencia del Estado.
La historia no es un cuento con moraleja. La verdadera explicación de la disfunción de Israel es el populismo y no una supuesta inmoralidad. Durante muchos años, Israel ha estado gobernado por un hombre fuerte populista, Benjamín Netanyahu, que es un genio de las relaciones públicas, pero un primer ministro incompetente. En repetidas ocasiones ha primado sus intereses personales por encima del interés nacional y ha forjado su carrera dividiendo a la nación contra sí misma. Ha nombrado a personas para puestos clave basándose más en su lealtad que en sus cualificaciones, se ha atribuido todos los éxitos sin asumir jamás la responsabilidad por los fracasos, y parece dar poca importancia a decir o escuchar la verdad.
La coalición que Netanyahu formó en diciembre de 2022 ha sido, con diferencia, la peor. Se trata de una alianza de fanáticos mesiánicos y oportunistas sin pudor, que han pasado por alto los numerosos problemas de Israel – entre ellos el deterioro de la situación de seguridad – y se han centrado más bien en hacerse con un poder ilimitado. En aras de este objetivo, han adoptado políticas extremadamente divisivas, han difundido escandalosas teorías conspirativas sobre las instituciones del Estado que se oponían a sus políticas y han tildado a las élites al servicio del país de traidores del ‘Estado profundo’.
Sus propias Fuerzas de Seguridad y numerosos expertos advirtieron repetidamente al Gobierno de que sus políticas estaban poniendo en peligro a Israel y erosionando su capacidad de disuasión en un momento de amenazas externas cada vez mayores. Pero aun así, cuando el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel solicitó una reunión con Netanyahu para advertirle de las repercusiones que las políticas del Gobierno tenían para la seguridad, el primer ministro se negó a recibirlo. Y cuando el ministro de Defensa dio la voz de alarma, Netanyahu lo despidió. A continuación, se vio obligado a readmitirlo ante el estallido de indignación popular. Semejante comportamiento a lo largo de muchos años ha permitido que una calamidad golpeara a Israel.
Independientemente de lo que se piense de Israel y del conflicto entre israelíes y palestinos, la forma en que el populismo ha corroído al Estado israelí debería servir de advertencia a otras democracias de todo el mundo. Israel aún puede salvarse de la catástrofe. Todavía goza de una ventaja militar decisiva sobre Hamás, así como sobre sus muchos otros enemigos. El largo recuerdo del sufrimiento judío espolea ahora a la nación. Las FDI y otros órganos del Estado están recuperándose de su conmoción inicial. La sociedad civil se está movilizando como nunca, llenando los muchos vacíos que ha dejado la incompetencia gubernamental. Los ciudadanos hacen largas colas para donar sangre, acogen en sus casas a refugiados de la zona de guerra y donan alimentos, ropa y otros artículos de primera necesidad.
En esta hora de necesidad, también hacemos un llamamiento a nuestros amigos de todo el mundo para que nos apoyen. Hay muchas razones para criticar el comportamiento de Israel en el pasado. No se puede cambiar el pasado, pero es de esperar que, una vez asegurada la victoria sobre Hamás, los israelíes no solo pidamos cuentas a nuestro Gobierno actual, sino que también abandonemos las conspiraciones populistas y las fantasías mesiánicas, y hagamos un esfuerzo sincero por hacer realidad los ideales fundacionales de Israel de democracia en el país y paz en el exterior.
. ABC, 13 October 2023 - Yuval Noah Harari