EE.UU. vive una era de cambios rápidos que desordena los campos establecidos sin producir nada nuevo. Goldberg comenta un libro que explica cómo la evolución cultural se vincula allí con el deseo de ascender en la escala social.
Michelle Goldberg, ensayista y columnist/New York Times - 3 September 2022
En mayo, el crítico literario Christian Lorentzen publicó en la plataforma Substack un boletín sobre el aburrimiento.
“Las películas de Hollywood son aburridas. La televisión es aburrida. La música pop es aburrida. El mundo del arte es aburrido. Broadway es aburrido. Los libros de las grandes editoriales son aburridos”, escribió.
Como yo también me he aburrido bastante, pagué cinco dólares para leer el artículo completo, pero no me convenció su conclusión, que atribuye la culpa del estancamiento artístico a la primacía del marketing. La aversión al riesgo de los conglomerados culturales no puede explicar por qué no surgen más cosas independientes interesantes. Yo tenía la esperanza de que, cuando el agujero negro de la presidencia de Donald Trump terminara, la energía redirigida permitiera un florecimiento cultural. Hasta ahora, eso no ha sucedido.
Una advertencia obvia: soy una madre blanca de mediana edad, así que cualquier cosa que sea verdaderamente genial ocurre, por definición, fuera de mi ámbito. Sin embargo, cuando voy a cafés donde hay gente joven, la música suele ser la misma que yo escuchaba cuando era joven o música que suena igual. Uno de los singles más exitosos del año es una canción de Kate Bush que salió en 1985. No se me ocurre ninguna novela o película reciente que haya provocado un debate apasionado. Las discusiones públicas sobre el arte – sobre la apropiación y la ofensa, por lo general – se han vuelto tediosas y repetitivas, casi mecánicas.
Los artículos escritos sobre la microescena levemente transgresora de Manhattan conocida como Dimes Square son en sí mismos una prueba de la sequía cultural; los cronistas del zeitgeist están desesperados por encontrar nuevo material.
(Yo misma soy culpable de haber escrito un artículo de ese tipo.)
Mucha gente está buscando algo vivaz y nuevo y no lo encuentra.
La mejor explicación que he leído sobre nuestro actual malestar cultural aparece al final del libro de W. David Marx, Status and Culture: How Our Desire for Social Rank Creates Taste, Identity, Art, Fashion, and Constant Change (Estatus y cultura: Cómo nuestro deseo de nivel social crea el gusto, la identidad, el arte, la moda y el cambio constante), un libro que no es nada aburrido y que modificó sutilmente mi forma de ver el mundo.